Asociación Buscadores de Plenitud

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CRÓNICA DE UN VIAJE A LOURDES EN 18 APARICIONES. 5ta Aparición.
No sé porqué no me extrañó que cuando comentase que me iba a Lourdes, varias personas me previnieran de la abundancia de comercio existente alrededor de la Virgen.
En realidad no me hice un juicio previo (ya estoy en una edad en la que puedo discernir lo importante aunque esté rodeado de otras cosas).
No por eso deje de observar mi propia experiencia.
Me encontré que, además de una lista de pedidos de oraciones de intercesión que diferentes personas me pidieron que hiciera, también me lleve otra lista de productos que la gente me pidió comprar en Lourdes: botellas con agua, estampas, rosarios, "algo bonito", imágenes de la Virgen, velas, etc.
Objetos que se podían comprar en Madrid pero que estas personas querían de Lourdes.
Luego me encontré que yo también necesitaba cosas: un bidón de plástico para traerme agua, la imagen de la Virgen de plástico para llenar de agua como la que tenia en mi niñez, frascos de cristal para llenar con agua para regalar, velas para la procesión nocturna, una cruz azul de cristal que me impacto apenas la vi (y no soy de colgarme cruces), etc.
Todas cosas que podía haberme llevado de Madrid pero que no solo no se me ocurrió sino que no sabía que iba a necesitar.
Así que agradecí la existencia de esos negocios donde me ofrecían el servicio de poder adquirir aquellos objetos que no hacen a mi devoción pero que necesitaba para cumplir con los recados de otros y con mis propias necesidades.
Luego pensé en la cantidad de miles de personas que vi llegar en esos días dentro del santuario que esta abierto desde las 05hs hasta las 24hs. Si cada una de esas personas llegaban con recados de otros y tenían mis mismas necesidades, pues esa cantidad de negocios son un servicio que solo se puede agradecer.
Lourdes es un pueblo perdido en los pirineos y me imagino que, a estas alturas, si no hubiese acontecido las apariciones ya hubiese desaparecido del mapa como muchos otros. Los puestos de ventas, los hoteles para peregrinos (estuve en uno con un servicio de comidas, habitaciones, etc. que favoreció mi estancia devocional allí), los lugares de comida, etc., dan vida al pueblo y a los lugareños. Creo que es parte del regalo de la experiencia espiritual que se vive allí y que la Virgen quiso conceder.
Lo que sí agradecí es que todo ese mundo de servicios se encontrase fuera del Santuario. Dentro solo vi puestos donde se podía coger velas y se depositaba en una caja el dinero, una librería que en realidad estaba muy despoblada en relación con los puestos que estaban fuera y varios puestos donde uno podía dejar una ofrenda si lo deseaba. Solo me chirrio una oficina atendida por monjas donde se recogían las intenciones para las misas y me imagino, ya que ni siquiera entré, de que ello conllevaba un donativo estipulado. Pero eso es algo que toda mi vida de converso al catolicismo me ha chirriado en el alma, aun en la parroquia de la esquina de mi casa.
Lamentablemente esa dicotomía entre espiritualidad y dinero es una creación propia de la cultura occidental y cristiana donde nos hemos desarrollado. Creo que debemos cambiar el "chip" y ser mas realistas. Discernir lo importante de lo necesario.

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