Asociación Buscadores de Plenitud

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CRÓNICA DE UN VIAJE A LOURDES EN 18 APARICIONES. 2da Aparición
Cuando una persona llega a una casa por primera vez, por lo general, se entra tímidamente y se espera la acogida del dueño de casa. Yo no soy extra terrestre, aunque a veces lo parezca, y también llegue al santuario de una forma tímida y expectante. Llegue a la entrada de san José, la más cercana a mi hotel y la que use todos los días, deteniéndome en la puerta. Intente leer los letreros pero no me pude concentrar: estaba a punto de entrar al santuario de Lourdes y todo podía pasar!. No solo un lugar, y unos hechos, que arrastran la devoción de creyentes de una religión determinada, sino también un hito en la historia universal de la espiritualidad humana reconocido por otras religiones, creencias y ciencias.
Todo podía pasar y ese TODO estaba a punto de pasarme a mi!
Tímidamente me quede en la puerta dando vueltas hasta que decidí dar el primer paso. Entre siguiendo la marea de gente y lo primero que vi fue el puesto de ventas. Luego una estatua donde saque una foto (no se de quién es la estatua) y seguí caminando hasta ver una cartelera que leí por encima. Dos pasos dados y mi anfitriona salio a mi encuentro. Allí estaba, a mi derecha, Nuestra Señora de Lourdes saliendo a recibir a sus hijos que llegaban en peregrinación. Bella, bella y más que bella.
Una de las cosas por la que venia a Lourdes era para llevarme una de esas imágenes de la virgen hecha de plástico donde se pone agua bendecida. Toda mi infancia, una de ellas, estuvo dando vueltas en la casa de mis padres y varias veces participó de mis juegos. Solo en esto se basaba mi devoción a Lourdes. Mi infancia, mi niñez y esta muñequita de plástico coronada de azul que me acompañaba en mis juegos entre camiones, indios y cowboys, coches fantásticos y superheroes que siempre venían a su rescate.
Y luego de saludarla me gire a la izquierda y allí estaba el santuario. Debe ser que a esta altura ya estaba convertido en niño. Apenas lo vi creí que estaba frente al castillo de Disney y yo estaba radiante y feliz, justamente, "como un niño en Disneylandia".
Camine hacia el con una sonrisa de felicidad hasta que mi vista se centro en unos destellos dorados a la izquierda del santuario, en unas capillas externas. No lo podía creer!!! Allí estaba Nuestra Señora de Guadalupe (Coatlaxopeuh, su verdadero nombre: LA QUE APLASTA LA SERPIENTE). No la Patrona de Extremadura sino la Patrona del continente Americano: La Morenita!.
El pecho se me encogió en un ahogo y las lágrimas se convirtieron en un río que duro toda la mañana mientras visitaba el santuario. YA ESTABA EN CASA!
MI Señora de Guadalupe estaba allí, mi Madre, en su vestido más querido, salio a mi encuentro diciendo las misma palabras que diera a Juan Diego:
ESCUCHA, ponlo en tu corazón!
Hijo mio, el menor, que no es nada. Lo que te espantó, lo que te afligió, que no se perturbe tu rostro, tu corazón, no temas esta enfermedad ni cosa punzante aflictiva.
¿No estoy yo aquí que soy tu Madre? ¿No estás bajo mi sombra y resguardo? ¿No soy la fuente de tu alegría? ¿No estás en el hueco de mi manto, en el crucero de mis brazos? ¿Tienes necesidad de alguna otra cosa?"

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