Asociación Buscadores de Plenitud

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Asociación Buscadores de Plenitud   CRÓNICA DE UN VIAJE A LOURDES EN 18 APARICIONES. 14ava. Aparición.
Lo tercero que encontré vagando por la ciudad, y que me detuvo en el camino hacia el castillo de Lourdes, fue encontrarme con un amigo. Había llegado a la plaza, visto a la niña con piercing del bar y me dirigí a una pequeña calle escondida. Apenas doy vuelta a la esquina me llama la atención una foto muy grande en el escaparate. Antes de leer nada reconocí el retrato de Maximiliano Kolbe.
Desde que tuve conciencia, y fui conociendo el camino de la humanidad en el tiempo, hay un hecho que siempre me conmovió: el genocidio durante la segunda guerra. Hasta que no entre en el monasterio y conocí un poco más a ese Dios desconocido en el que creo, no halle la tranquilidad de entendimiento sobre este acto humano. También fue el tiempo en que conocí a Edith Stein y a Maximiliano y les tome mucho cariño. Me enseñaron mogollón ya que sus escritos son alimento sólido para un alma que deseé crecer.
Dentro del santuario me lo había encontrado en esa capilla subterránea y ahora salia a mi paso. Era un local de la Milicia de la Inmaculada que fundo antes de su muerte. Entre y justo estaban pasando un vídeo de su vida en español (luego se repetiría en otros idiomas). Me quede a escucharlo, con música de fondo de Enya y en un ambiente de mucho silencio. Volví a transportarme al momento en que lo conocí, lo leí y rece su intercesión. También dentro del local había una exposición de fotos y demás. Me di una vuelta por allí hasta que salio a mi encuentro un monje de poco más de 30 años. Se quedo a mi lado y miro las fotos junto a mi hasta que le preste atención y lo mire a los ojos.
Ya a esta altura os habréis dado cuenta de como estos días en Lourdes me conmovieron hondamente, así que yo estaba vibrando vaya a saber en cual frecuencia y lugar interior. La cuestión es que mis ojos estaban emocionados, una vez más, por tantos encuentros y el monje se me quedo mirando. No hubo palabras, al inicio, pero si un reconocimiento de almas. Me estrecho la mano y me preguntó: ¿español?. Dije si y me llevo a un mostrador y me dio un folleto sobre la Milicia.
Ya sabéis que estoy hace 15 años consagrado a la Virgen. También ya he comentado en otras entradas que ella se lo tomo al pie de la letra y yo ... hago lo posible.
El monje volvió a estrechar mi mano y di las gracias.
La Milicia es igual que cualquiera de estos movimientos marianos donde poseen objetivos y apostolado. Ya tuve la experiencia de estos movimientos durante un par de años al ser Legionario de María.
Era una invitación a "afiliarse". Sonreí y me marche.
Hice una calle metido en mis pensamientos cuando escucho gritos en francés y me di vuelta. Era el monje que venia a mi con paso apresurado. Me miro, cogió mi mano y coloco en ella una medalla de la Virgen Milagrosa. Me sonrió y se fue.
Todo el tiempo estamos recibiendo "llamadas" que son invitaciones. Estoy convencido que hay que responder a ellas con agradecimiento pero que el único lugar que hay que ocupar en la Iglesia es el que está en medio de nuestros corazones. Ocupando ese lugar estaremos en comunión con todos los demás.
Al final no llegue al castillo de Lourdes pero este viaje me estaba haciendo recorrer "mi" castillo interior.



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