La Historia del Cerrajero (Cuento Sufí)18-10-2018
Había una vez un cerrajero al que acusaron injustamente de
unos delitos y lo condenaron a vivir en una prisión oscura y profunda. Cuando
llevaba allí algún tiempo, su mujer, que lo quería muchísimo, se presentó al
rey y le suplicó que le permitiera por lo menos llevarle una alfombra a su
marido para que pudiera cumplir con sus postraciones cada día. El rey consideró
justa esa petición y dio permiso a la mujer para llevarle una alfombra para la
oración. El prisionero agradeció la alfombra a su mujer y cada día hacía
fielmente sus postraciones sobre ella. Pasado un tiempo, el hombre escapó de la
prisión y cuando le preguntaban cómo lo había conseguido, él explicaba que
después de años de hacer sus postraciones y de orar para salir de la prisión,
comenzó a ver lo que tenía justo bajo las narices. Un buen día vio que su mujer
había tejido en la alfombra el dibujo de la cerradura que lo mantenía
prisionero. Cuando se dio cuenta de esto y comprendió que ya tenía en su poder toda
la información que necesitaba para escapar, comenzó a hacerse amigo de sus
guardias. Y los convenció de que todos vivirían mucho mejor si lo ayudaban y
escapaban juntos de la prisión. Ellos estuvieron de acuerdo, puesto que aunque
eran guardias comprendían que también estaban prisioneros. También deseaban
escapar pero no tenían los medios para hacerlo. Así pues, el cerrajero y sus
guardias decidieron el siguiente plan: ellos le llevarían piezas de metal y él
haría cosas útiles con ellas para venderlas en el mercado. Juntos amasarían
recursos para la huida y del trozo de metal más fuerte que pudieran adquirir el
cerrajero haría una llave. Una noche, cuando ya estaba todo preparado, el
cerrajero y sus guardias abrieron la cerradura de la puerta de la prisión y
salieron al frescor de la noche, donde estaba su amada esposa esperándolo. Dejó
en la prisión la alfombra para orar, para que cualquier otro prisionero que
fuera lo suficientemente listo para interpretar el dibujo de la alfombra
también pudiera escapar. Así se reunió con su mujer, sus ex guardias se
hicieron sus amigos y todos vivieron en armonía. El amor y la pericia
prevalecieron.
Esta historia tradicional sufí, de Idries Shah, podría simbolizar nuestro estudio del eneagrama: la cerradura es nuestra personalidad, la alfombra para orar es el eneagrama y la llave es el trabajo. Observa que aunque la esposa le lleva la alfombra, para obtener las herramientas el cerrajero tiene que crear algo útil para los guardias. No puede salir solo ni gratis. Además, durante todo el tiempo que oraba por la libertad el medio para su liberación estaba literalmente bajo sus narices, aunque él no veía el dibujo ni entendía su significado. Pero un día despertó, vio el dibujo y entonces tuvo los medios para escapar. La lección de la historia es clara: cada uno de nosotros está prisionero.
Sólo hemos de despertar para «leer» el dibujo de la cerradura que nos permitirá escapar.
(Cuento tradicional sufí y recopilado por Idries Shah. También incluido en el excelente libro de Don Richard Riso y Russ Hudson, titulado "La Sabiduría del Eneagrama" Edit. Urano)